Si no puedes afrontar una renovación integral en tu hogar de una sola vez, no te preocupes, aún puedes realizar mejoras planificándolas por etapas. A continuación, te explicamos los aspectos clave para asegurar el éxito en este enfoque.
La principal razón para considerar una reforma por etapas suele ser de índole económica, ya que llevar a cabo una renovación integral puede implicar un presupuesto considerable que debe abonarse de forma global. Aunque se pueden asignar diferentes partidas presupuestarias, es común que al finalizar las obras se haya gastado la totalidad del presupuesto.
No obstante, existen otras ventajas al decidirse por una renovación escalonada. Esta opción te brinda más tiempo para ajustar el proyecto según tus necesidades y preferencias. La principal desventaja radica en la paciencia necesaria, ya que el tiempo para ver el proyecto finalizado se extenderá, y la sensación de estar en constante obra podría prolongarse.
El baño, junto con la cocina, suele ser el punto de partida debido a su independencia en términos de pavimentos y revestimientos. El proceso suele comenzar con demolición y preparación de las instalaciones, seguido por la instalación del plato de ducha, sanitarios y baldosas. La colocación del mobiliario y el falso techo se reserva para la fase final.
Si has empezado con el baño, lo habitual es continuar con la cocina y viceversa. En la cocina, se aconseja posponer la instalación del mobiliario (aunque algunos prefieren instalarlo antes para ahorrar en las baldosas ocultas por los muebles) y el falso techo, ya que a veces se adapta este último para ajustarse al mobiliario y evitar espacios vacíos entre él y el techo.
Si deseas integrar la cocina con el salón, debes tener en cuenta que las obras también afectarán al salón, especialmente si planeas unificar el pavimento en ambos espacios. Además, al retirar un tabique, es posible que algunas instalaciones, como enchufes, se vean afectadas. Esta situación puede hacer que valga la pena abordar la reforma del salón y la cocina de manera conjunta.
Después de la reforma de la cocina y el baño, el siguiente paso lógico es el pavimento. Si deseas unificar el suelo en toda la casa, lo más conveniente es instalarlo de una vez. Si ya has colocado el suelo que utilizarás en el baño o la cocina, es recomendable adquirir toda la cantidad necesaria de material en ese momento. De lo contrario, corres el riesgo de que el producto se descontinúe o de que surjan diferencias en los lotes de material.
Tanto si planeas renovar las puertas como si prefieres conservar las existentes después de una puesta a punto, es esencial que el suelo esté instalado antes de su colocación, ya que es probable que debas realizar ajustes en las dimensiones, especialmente si has instalado un nuevo pavimento sobre el antiguo. Esta tarea sería innecesaria si optas, por ejemplo, por el microcemento, debido a sus grosores mínimos.
Al renovar las ventanas, aplica el mismo principio que con las puertas: es mejor hacerlo cuando el suelo nuevo ya esté instalado. Esto es especialmente relevante si cuentas con ventanas tipo balconeras, ya que la altura del nuevo pavimento podría dificultar su apertura.
Si planeas instalar un sistema de aire acondicionado por conductos, lo más acertado es postergarlo hacia la fase final. No obstante, debes planificarlo desde el inicio de las obras, ya que para que el aire llegue al baño y a la cocina, necesitarás reservar un espacio suficiente en el falso techo para la instalación de la maquinaria. Se estima que una altura de aproximadamente 30 cm es adecuada.
La instalación de aire acondicionado por splits puede resultar más compleja de lo que parece, ya que requiere la realización de regatas para su colocación y la conexión de un conducto de desagüe de agua hacia la cocina o el baño más cercano.
En una obra, los acabados como la pintura y el papel pintado deben dejarse para el final. Durante el proceso, es posible que las paredes sufran daños menores, y es con la pintura que se corregirán estos pequeños desperfectos. En caso de utilizar papel pintado, se aconseja preparar las paredes de manera similar a si fueran a ser pintadas, para evitar que se detecten imperfecciones.
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